Vengan, mis amigos, siéntense en torno a la mesa mágica.
Aquí se comparte lo que no se ve ni se toca, aquí los secretos están seguros en sus cajitas de madera. Es la merienda de las almas, la verdadera comunión de los amigos. Aquí las palabras son magia. Sírvanse lo que gusten de la mesa, pero sólo dejen sobre ella aquello de lo que puedan desprenderse de verdad. Entren al círculo, siéntense a la mesa, compartan sus preguntas y déjense encontrar por sus respuestas.
Siéntense, amigos míos, en torno a la mesa mágica.
En la mesa no hay ofensas ni deudas. Aquellos que se sientan a la mesa se vuelven Uno. Las reglas de la mesa son las reglas de la magia, y la magia habla el lenguaje de los sentimientos. Quien se siente, que hable desde el corazón y escuche con el espíritu, pues la magia reconoce a quienes saben escucharla. Hablen, rían, coman, beban, dejen que su energía circule por la mesa y la habite, dejen aquí sus huellas para que guíen a quien esté perdido.
Vengan, amigos, y siéntense en torno a la mesa mágica.
La mesa tiene su propio tiempo, la mesa es un instante en la eternidad. Dejen que sus almas se limpien del trajín de los días, déjenlas que descansen del correr de las horas. Encuentren su inocencia primera, no teman mirar el interior de su mente y conocerse sin las limitaciones de lo cotidiano. La mesa está hecha de amor, quien ocupa un lugar en ella está a salvo. Mírense a través de ella. La mesa es el espejo para vernos tal cual somos.
Acérquense, mis amigos, siéntense en torno a la mesa mágica.
en esa mesa uno nunca se olvide de su podes, y siempre va a defender su vida magica
ResponderEliminarsiempre, como nos aviso ese pequeño mensajero de la magia