lunes, 27 de junio de 2011

Duende

Me encontré un duende en una plaza de Colegiales.


Estaba sentada bajo un árbol mirando a varios chicos jugar al fútbol, perdida en mis pensamientos, casi meditando. Lo vi aparecer por la esquina más lejana y entrar por el caminito de piedras que pasaba por el medio de la plaza, justo al lado de mi árbol. Era un anciano de piel muy blanca y casi nada de pelo. Caminaba de una forma extraña, pero se lo atribuí a la vejez y al frío que esa tarde llegaba hasta los huesos. Cuando estuvo más cerca me di cuenta de que su rostro me recordaba vagamente a Sábato, y cuando empezó a desviarse del camino me di cuenta de que estaba viniendo a donde yo estaba sentada. Dentro de mí tomo forma un pensamiento de origen totalmente irracional: "Es el Diablo".

Se acercó y me miró con unos ojos celestes, enormes y redondos. Estaba fumando, y cada vez que exhalaba abría grande la boca y formaba una U con la lengua, un amplio túnel rosado que se perdía en el interior de ese rostro. Era extrañamente difícil de sostener su mirada, pero me forcé a hacerlo. Entonces me di cuenta de que no parpadeaba. Me pareció una locura, pero lo seguí mirando. No cerró los ojos ni una sola vez, y me miraba con una sonrisa inescrutable, con esos globos blancos y sus universos celestes en el medio.

Sentí que me estaba diciendo algo, pero no supe qué podía ser. Las pocas palabras que me dirigió fueron pronunciadas con dificultad, pero la mirada era un torrente de mensajes que mi cerebro no llegaba a descifrar. Ahora pienso que tal vez él mismo fue el mensaje.

Se fue por el mismo caminito por el qué llegó. Pero despertó algo extraño dentro de mí, como si se hubiera agitado el agua de un lago tranquilo.

Me levanté y empecé a caminar. Hacía muchísimo frío.

viernes, 24 de junio de 2011

Distancia

Para ver una situación con claridad, a veces hace falta alejarse, como un artista se aleja de su pintura para evaluar sus progresos.

Para poder  pensar bien mi presente, necesito desprenderme de mis emociones y  hacer lo que dicta la razón.


Para reencontrarme con mi sentido, tengo que alejarme del lugar en donde más deseo estar.




jueves, 23 de junio de 2011

Perturbación

perturbación

f. Alteración del orden o del desarrollo normal de algo:
 Algo me tiene inquieta. Por más que lo busco, no puedo determinar que es.

El mismo aire que respiro me resulta raro, la energía se comporta de maneras extrañas y me afecta de una forma que no entiendo. Estoy como en trance, o más bien en falta de trance. Estoy entrando en una parte de mí que no conozco. Las cartas muestran tendencias contradictorias, pensamientos opuestos y simultáneos. Momentos de gran seguridad y de gran inseguridad. Ciclos que se cierran, cosas que se dejan atrás, miedos, dudas, cansancio. Una búsqueda hacia el interior, pero el proceso está obstruido.

Algo me tiene inquieta. Algo me falta. Algo no estoy viendo

Y el Diablo, siempre el Diablo...El centro del conflicto. El lado oscuro. Los miedos, las mentiras. Los defectos. El Diablo rige el momento, pero no es la causa. Estoy metida en la carta del Diablo. Estoy luchando en vano.


 La materia en el espíritu y el espíritu en la materia. El Diablo los fusiona, los confunde, los conmueve. El Diablo lleva las riendas.

No puedo verlo...

Pero me está transformando.

miércoles, 22 de junio de 2011

Anti-credo

"Actúa según sea tu Voluntad y esa será toda la Ley." Aleister Crowley

No creo que la verdad pueda ser esbozada por un sólo ser humano.

No creo que nadie tenga o haya tenido la última palabra sobre nada.

No creo en la pareja, en la familia, ni en ninguna construcción social como única y determinante de la felicidad de las personas.

No creo en el amor posesivo, en el amor restrictivo, en el amor condicionado. No creo en ningún amor que imponga en lugar de liberar.

No creo de forma absoluta en nada de lo que afirmo.

No creo en ningún consejero fuera de mi propio corazón, así dude, así falle, así erre, será siempre quien dé la última palabra.

No creo en lo que la gente me dice sobre otros.

No creo más que a medias en lo que la gente me dice sobre mí.

No creo en el derecho a meterse en la vida de los demás, sea cual fuere el vínculo.

No creo en el trabajo, en la carrera universitaria, en el negocio, en el capitalismo, ni en la democracia representativa.

No creo que el hombre sea un animal político, ni uno inherentemente sediento de poder.

No creo que la sociedad y cultura actual estén fijando el rumbo para que las personas se encuentren a sí mismas.

No creo en el odio, en la envidia, en los celos, en la violencia, en la codicia, en ofenderse, en ninguna emoción ni sentimiento donde se le achaque la responsabilidad a otra persona.

No creo en ningún gurú, sabio, filósofo, teólogo, libro, ciencia ni religión que haya que seguir a rajatabla.

No creo en las definiciones, en las categorizaciones ni en las clasificaciones.

No creo en lo oculto ni en lo prohibido. No creo que nada debería estar oculto ni prohibido.

No creo más que en la búsqueda del ser humano... la búsqueda de sí mismo. La búsqueda de su propio corazón.

miércoles, 8 de junio de 2011

hermosa

No suelo escribir en segunda persona, soy del pensamiento de que las cosas se le dicen a la gente. Pero como escribo para que lo leas, voy a hacerte la excepción.

A vos, que me devolviste una partecita de mí.

A vos, que se te desborda la hermosura en cada palabra que escribís.

A vos, que me ayudaste a recuperar mis propias palabras.

A vos, que todavía no decido si quiero consagrarte como objeto de culto o cogerte hasta por las orejas.

Quiero decirte infinidad de cosas aunque la mayoría ni sé cuáles son. Te imagino -no, te veo- en tu cuarto fumando, escribiendo, pensando, divirtiéndote. Sí, es eso, por eso te siento tan cerca y tan familiar... sos de las que entendieron que en la vida hay que divertirse. Y no hablo de "hacer cosas divertidas", no. Sino de divertirse con lo que sea que traiga la vida. Divertirse aunque dé miedo. Divertirse aunque no se entienda. Divertirse aunque duela.

Quiero invitarte una cerveza, para que nos contemos historias y nos matemos de risa. También sé que no hace falta. Pero también sé que me encantaría, porque hay gente con la que vale la pena contar historias. Compartir secretos, porque los secretos no son cosas que se ocultan sino cosas que nadie más entiende. Ir desenredadndo la maraña que es la vida a veces, encontrando cabos que tengan algo de sentido. O que no lo tengan.

Divertirnos.

Quiero tirarte las cartas, quiero leerte entera porque me estaría leyendo a mí misma. Nos leería a ambas. Y no hay nada más lindo de leer que una persona con muchas historias. Lo divertido de leer las cartas no es lo que se ve en los dibujos, sino la forma en que se juntas las almas en ese momento. Leer las cartas es una manera de abrazarse.

A vos te dedico estas humildes palabras.

A vos, que aprendiste a leer la magia de la piel de las personas.

A vos, hermosa.

Gracias.